Si te gusta viajar y surcar los cielos, tienes que probar los paseos en globo
Dejarse flotar y llevar por el viento, disfrutar del paisaje bajo tus pies y también, y por qué no, del vértigo de saber que estás volando en un canasto de mimbre. Eso es dar un paseo en globo aerostático. Una experiencia de lo más bohemia y romántica cuyos inicios se remontan al siglo XVIII, concretamente al año 1783.
Versailles sería la primera localidad en ver cómo ese extraño invento de los hermanos Montgolfier sobrevolaba por encima de sus cabezas, mirando a los ojos a patos, palomas y demás habitantes del espacio gaseoso.
Siglos de tradición
Desde entonces, hace tiempo que puntos de telas de colores asombran de vez en cuando a nuestras pupilas, jugando con los vientos, aceptando (resignándose) a un lugar de destino que el azar elija para ellos.
Pero el espectáculo comienza en el suelo, cuando con la ayuda de unos ventiladores, se va hinchando el globo. Una vez todo preparado, el globo puede volar hasta una altura de 1000 metros a velocidades variables.
Un paseo en globo, un recuerdo único
Un paseo en globo aerostático es una experiencia única. Ya sea en el marco de un viaje (famosos son los vuelos en Capadocia) o para conocer otra perspectiva de una zona que ya conocemos, un paseo en globo se convertirá en un gran recuerdo para toda la vida para compartir por ejemplo con tu pareja. Hay empresas que organizan brindis con champán o incluso brunchs a bordo. ¿Imaginas una pedida de mano por todo lo alto (literalmente)?
Otra forma de viajar
Desde I love travelling queremos proponerte una idea para tu próximo viaje, o por lo menos que sueñes un rato, tal y como hizo Julio Vernes en “Cinco semanas en globo”. En 1999, Brian Jones y Bertrand Piccard despegaron de un pueblito de Suiza, arropados por los imponentes picos de los Alpes, en su globo aerostático Breitling Orbiter 3. 20 días después podían decir orgullosos que habían dado la vuelta completa al mundo sin escalas. ¿Y si fueses tú el siguiente?